JEREMY BENTHAM
(Houndsditch, 1748 - Londres, 1832) Pensador inglés, padre del utilitarismo. Niño precoz de una familia acomodada, a los siete años leía ya en el texto original los clásicos de la literatura francesa; a los trece ingresó en Oxford, y empezó a ejercer como abogado a los 19 años.
Reveló también precozmente su carácter anticonformista llevado, por naturaleza, a la crítica de cuanto había sido legado por la tradición; suscribió, en efecto, los 39 artículos de la Iglesia anglicana sólo porque ello resultaba necesario para su admisión en el colegio, y no sin haber criticado antes su falta de correspondencia con los dictámenes de la razón.
Su padre, procurador, le indujo a la abogacía; pero Bentham dejó muy pronto la profesión para dedicarse a la investigación científica pura de la jurisprudencia. Fruto de tales estudios fue el Fragmento sobre el gobierno (1777), que, ya a su aparición, obtuvo un gran éxito y fue juzgado obra de algún autor famoso. Tales trabajos iniciales, que atacaban el sistema legal y judicial inglés, le llevaron a la formulación de la doctrina utilitarista, plasmada en su obra principal: Introducción a los principios de la moral y la legislación (1789).
El objetivo último de lograr «la mayor felicidad para el mayor número» le acercó a corrientes políticas progresistas y democráticas: la república surgida de la revolucion francesa le honró con el título de «ciudadano honorario» (1792), si bien Bentham discrepaba profundamente del racionalismo de Rosseau y consideraba absurdo el planteamiento iusnaturalista subyacente a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
La Introducción a los principios de la moral y la legislación se completa con unos capítulos acerca de la intención de las acciones, sus motivos y las disposiciones del que las realiza, pero ni en ésta ni en otras obras de Bentham hallamos la solución del problema fundamental: cómo reconciliar "la mayor felicidad del individuo, prevista desde el momento de la acción hasta el término de la vida", con la aceptación del canon de la "mayor felicidad para el mayor número", pues el propio Bentham reconoce el hecho obvio de que el interés individual está a menudo en conflicto con el de los demás hombres, de donde nace la necesidad de las sanciones. Sus discípulos intentaron colmar esta laguna de varios modos, hasta que John Stuart Mill completó el utilitarismo de Bentham proclamando la incondicionada subordinación de la felicidad privada a la pública, asegurándole así una amplia popularidad.
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